Es importante tener en cuenta que tu conciencia, es decir, tus valores, principios y acciones éticas, define quién eres en lo más profundo de ti mismo. Es un reflejo de tu integridad personal y de cómo te comportas incluso cuando nadie te está observando. Por otro lado, tu reputación se refiere a la opinión y percepción que los demás tienen de ti.
Si bien es natural preocuparse por cómo nos ven los demás, es aún más crucial priorizar nuestra conciencia y actuar de acuerdo con nuestros valores. Al vivir de manera coherente con nuestros principios y ser conscientes de nuestras acciones, construimos una reputación sólida y auténtica a largo plazo. En última instancia, lo más importante es ser fiel a uno mismo y vivir de acuerdo con nuestros propios estándares éticos, en lugar de buscar constantemente la aprobación de los demás.